- Tipo
- Dirección
- Web
Siempre he sentido una especial atracción por el río Duero. Posiblemente tenga algo que ver el hecho de haber nacido a escasos metros de su margen derecha y de que mi infancia y adolescencia transcurrieran en torno a él, en distintas ubicaciones, pero siempre a su lado. Mi evolución estuvo ligada a la suya y a la posterior añoranza del paso del tiempo personal, se une la añoranza de haber visto un río de aguas limpias y que, en el discurrir del tiempo, consecuencia de la intervención humana, ligada, contradictoriamente, al progreso, a la civilización…, ha ido deteriorando y modificando la calidad de sus aguas, la composición de la misma y, por ende, de su entorno.
No obstante y, a pesar del “maltrato” soportado, el Duero sigue siendo generoso en su recorrido hacia el Océano Atlántico contribuyendo, junto con sus también generosos afluentes, a la economía e idiosincrasia de su territorio.
Podemos contemplar y disfrutar de esta generosidad, en este caso visual, y según la estación del año, campos de cereales, girasoles, maizales, viñedos, etc. y una gran variedad de especies arbóreas, dando cobijo, asimismo, a una inestimable y, en ocasiones, incontable flora y fauna.
En una de tantas visitas, como si de un familiar se tratara, me acerqué al lugar donde recibe las aguas por su margen derecha de uno de sus afluentes más caudalosos, el río Pisuerga, y descubrí una señalización hasta entonces desconocida para mí, si bien sabía de su existencia. Esta señalización se corresponde con el recuperado Camino Natural de la “Senda del Duero”, que es la denominación que recibe el GR-14, sendero de GRAN RECORRIDO que, en este caso, sigue el curso del río Duero y parte de algunos de sus afluentes.